Mírame hija mía, alza tus ojos hacia mí. Hace mucho tiempo que te conocía, mucho tiempo que te buscaba, que veía tu vacío y veía a los que te daban ese vacío, tú eres una de mis pequeñas traicionada. Vi cómo se acumulaba la degradación sobre tu alma inmortal pero sobre todo vi tu dolor. Deja de mentirte a ti misma y busca tu felicidad. No busques otra cosa, venirte a mí. Yo soy el que tú buscabas.
Piensa en tu corazón lo que debes hacer, tú, me has confesado tus pecados -conoces tus pecados- El camino será amargo y terrible, pero es el camino que debes seguir. Pues ya no eres una niña, eres un alma humana, una mujer. Sólo tienes que llamarme y te oiré, y estaré junto a ti, Pues soy tu guardián, que no descansa ni duerme. Pero debes llamarme en las perores horas, en las horas más desesperadas, pues habrá muchas.
Aunque se rían de ti y todo sea tan horrible. También se fueron de mí, pero lo soporté. Ahora harás lo que debes hacer. Serénate. Convéncete a ti misma de que puedes soportar la vida, de que tu vida tiene un significado claro y único que te pertenece sólo a ti, más importante que a Dios que incluso ti misma. Y que para Dios eres más valiosa que el sol o que un millón de soles.
Colaboración de
Amaral
México