Con amor entremezclado de juventud e inocencia
con caricias transparentes con pasión y con locura,
con sentimientos tallados por el cincel de pureza
engendraron dos amores el latir de tu hermosura.
Sin saber que tú ya estabas ahí dentro del capullo
sellando así nuestras almas y enmarcando nuestros rumbos,
soñábamos con formarte y tenerte en lo más puro
con amor y con cariño para que vengas al mundo.
Cuando por fin nos dijeron que ya eras parte nuestra
que tu latir existía en un vientre por amor,
se nos llenaron los ojos de cristales transparentes
de amor cariño y de vida se nos pinto el corazón.
El mundo tal vez no entiende que lo más bello hija mía
es el entregar cariño, dar y recibir ternura,
y como nosotros dimos el uno al otro la vida,
nos mandó Dios de regalo la más bella criatura.
Por eso enternecidos damos gracias a los cielos
e imploramos que tú crezcas con la guía del señor,
para que por siempre tengas en vez de estrella un lucero
un lucero que te lleve por la vida sin temor.
¡Gloria damos!, al sublime por tenerte con nosotros
por llenarnos de alegría, fe cariño e ilusión,
y por brindarle a tu madre fuerza, paciencia y ternura
en nueve meses de espera para llenarnos de amor.
(De: Marcos Yabeta Villarroel, con mucho amor para mi hija María José
Y en agradecimiento y respeto a mi esposa, por tener la gracia de poder ser Madre)
Colaboración de Marcos Yabeta
Bolivia