Como si te clavaran mil puñales
en una práctica de acupuntura
estando tú desnuda,
pero estando en tus cabales.
Como si ráfagas de cristales
hirieran a un alma pura
e hicieran suya la rotura
de algo que ya estaba roto antes.
Como si diversos tipos de metales
aprovecharan su forma dura
para hacer que pierdas la compostura,
para hacer que caigas y ya no andes.
Como si ya supieras que no vales,
que por dentro estás a oscuras,
que ni en la música encuentras ya textura
porque intentar seguir son alguno es un esfuerzo en balde.
Como si siempre estuviera ese percance,
observando desde la espesura
esperando a que dejes de estar segura
y de tu propia caída hacerte responsable.
Como si el morir fuera constante,
el salto ganara altura,
el agujero a caer perdiera anchura
y la precipitación al vacío se hiciera más inquietante.
Como si estar en un mundo cambiante
rompiera en tus zapatos la costura,
creara en tu piel rozaduras
y sólo dejara pies fríos y sangrantes.
Como si tuvieras un yo pedante
que esconde una gran ternura
del que la vida ha hecho ralladura,
convirtiéndolo en un yo agonizante.
Como si sólo quedaran cosas grandes,
grandes dudas,
grandes dictaduras
y adiós a los pequeños sueños, que luchaban jadeantes.
Como si viviéramos a base de entrantes
pidiendo pizcas de lechuga
y fragmentos de animales que hoy son pechuga,
dejando en el olvido los platos y sabores restantes.
Como si sólo pensaras en entrarme,
te hubieras vuelto caradura,
olvidaras que el amor a mí aún me dura
y yo me engañara al decir que eso no consigue molestarme.
Como si tuvieras que volver a presentarte,
dejar a un lado tu frescura,
en vez del currículum, entregar una disculpa,
y hablar, por primera vez, como un ser pensante.
Como si no te equivocaras al expresarte
mirando fijamente mi cintura,
como si me convirtieras en escultura
y con la mirada me quitaras todo el arte.
Como si en mi cabeza no quedaran estantes
para guardar un poco de locura;
como si no hubiéramos vivido aventuras
por las que llorar cuando tenga que echarte.
Como si fuera suficiente disculparte
cuando llevo tiempo siendo tu estufa,
una musa eternamente reclusa
que erróneamente te pide un “vuelve a perdonarme”.
Como si cualquier perdón o poema para sus ojos fuera bastante,
que derraman lágrimas sin mesura
por las mejillas de la niña adulta;
e igual que antes atacaban como maleantes,
ahora se cierran, irremediablemente, como al morir los de dos amantes.
Como si pudiéramos sustituir a las personas. Como si fueran implantes.
Como si esta cultura no recreara una realidad cruda.
Como si no fuera saludable que la sonrisa padeciera gordura.
Como si fuera fácil no romperme al ver tu cara en otros semblantes.
Como si yo tuviera la culpa de amarte, de menos echarte y recordarte.
Como si al irme de casa mi hogar no quisiera dejarme.
Como si en las ruinas más grandes planearas encontrarme.
Como si yo no estuviera leyendo y tú no quisieras escucharme.
Como si yo no fuera yo y tú no fueras nadie.
Colaboración de Varzú
España