Detente, tiempo,
detente para dejarme contemplar
con apremio y lucidez
el vivo recuerdo que queda en mi mente
del momento en el que dejó ser luz,
y sombras, misticismo y confusión,
para ser recuerdo y después nada.
Detente, viento,
detente para dejarme sentir
la opresión en mi pecho
de tu más cruenta ausencia
en mis pobres pulmones
y en mis cortas venas.
Detente, amor,
detente para dejarme vivir
un día más sin el pesar
tan lúdico y frívolo
de saber que ya no estás
donde debieras, sino muerto.
Detente, esperanza,
detente en la puerta
del ingenuo que pueda pensar
que una joven enamorada
tan noble, tan artificial
simplemente dejará de amar.
Colaboración de Lyriah
España