¿Por qué será que una planta regada, cuidada y mimada,
después de crecer lozana y fuerte se niega a dar sus flores,
sumiendo al artesano en la desesperanza y el dolor
que llora en su alma anhelante?
Así fuiste tú para con aquel que te amó. Y aún te ama.
Como esa planta que generó en él las más sublimes emociones,
pues deseoso esperaba después de tanto cuidado
libar el néctar de tus pétalos fragantes.
Pero tú, ingrata jugaste,
preferiste ignorarlo a abroquelarte,
esgrimiendo argumentos pueriles e infantiles,
“yo solo de ti necesito tu compañía y saberes”
“déjame, no demandes de mí los favores que dispenso a mis amantes”.
Seamos amigos, solamente amigos ¿Quieres?
Enamorada de ti me sentí fugazmente como esa estrella
que en la noche surca dejando tras de sí una estela luminosa,
seamos amigos ¿Quieres? Aunque beses mis cabellos
y tus manos me acaricien, sigamos siendo amigos.
Colaboración de Mefistófeles
Argentina