De espalda estabas y sólo observaba tu pelo, que como manantial brotaba y saciaba la sed de mi mirada.
Desnuda de hombros a cuello, mi interior susurraba que era algo simplemente bello; mis labios querían besar esa desnudez codiciosa de caricias maravillosas; mi lengua babeaba al pensar en el manjar que contemplaba. Ellos se confabulaban para ver si conquistaban la diosa que anhelaban. Tu rostro encandilaba la vista al pudor, que le pidió a la lujuria que lo guiara por favor.
Colaboración de Alex
Estados Unidos