Adorarte tanto, tal vez fue culpa mía,
o tal vez, nunca fue nuestro mejor amigo el tiempo,
quizá, la verdad es que no me querías,
o que el amor se acabó con el tiempo.
Por mi parte, tengo a bien desearte vida mía,
la felicidad del hombre que te hará señora,
la dulzura del amor, y no agonía,
pues para mí, sólo queda marcharme ahora.
Yo no te sirvo, y como tal cobarde,
tengo que desaparecer de tu presencia,
tengo que vagar e irme con la muerte,
y sufrir por siempre con tu ausencia.
Me gané el sufrir en la partida,
y me tocó llorar por tal desprecio,
cuando yo, creyéndome muy hombre, di la vida,
pero que por falta de dinero, no di al precio.
Vi después el alma tuya llena de dolor,
la vi llorar tan desolada,
la vi caminar desconsolada,
en este mundo de tristeza y desamor.
Hoy sólo me queda pedir que fueras perdonada,
pues amarte ya no me fue posible,
yo siempre a tus pies me arrodillaba,
pero hoy se acabó, volver y adorarte es imposible.
Colaboración de Skyller
México