Nuestra canción, la madrugada, tantos sueños que no fueron; soñé y soñé yo sola, construí mi propia fantasía, a tu lado.
Soñar, soñar y soñar. Soñar un abrazo eterno, un beso apasionado que calmara todas las
incertidumbres.
Soñé pasar la vida juntos, cuidarte, cuidarnos, acompañarnos hasta que nos hiciéramos viejitos.
Una familia hecha con mucho amor, esas ganas de casarnos…
¿Qué pasó mi querido güero? ¿Qué hiciste con todo este cariño? ¿Con todos esos sueños
que aparentemente compartíamos? Decidiste aquel junio poner punto final a nuestra historia,
a nuestra familia, dejar a un lado el cariño incondicional. Dejar toda esa parte hermosa
de apoyarnos mutuamente, de ser amigos incondicionales… en las buenas, en las malas y en las
peores. Decidiste irte de mi vida y te dejé libre sin reproches, quizás con algunas lágrimas
corriendo por mi mejilla.
El silencio, el tiempo, sanó la herida, entre idas y venidas tuyas. Ya no más congojas por tu ausencia; mi corazón endureció. Ya no más otra vez. Tengo miedo de volver a sentir amor.
¿Qué le hiciste a mi corazón querido güero?