Cometí el error de la mayoría, al tenerla conmigo no consideré necesario seguir conquistándola, teniendo detalles y atenciones con ella. Ella quiso seguir siendo la mujer romántica de la que me enamoré, pero con mis actitudes ácidas hice que fuera muriendo poco a poco ese cariño especial que ella me tenía.
Me dediqué solo a que ella cumpliera mis antojos, pero luego entendí que ella me pedía algo más que mi esfuerzo, quería mi cuidado, algo de mi tiempo. Quería de vuelta ese hombre atento y caballeroso que una vez la conquistó.
Simplemente me dediqué a perderla, con cada actitud, con mi machismo de hombre de querer solo recibir y jamás dar nada a cambio, que pensamientos tan estúpidos, porque ella daba todo por mí y yo nunca daba nada.
Me desentendí de ella, le perdí hasta el interés sexual, pensaba que solo era hacerle el favor de estar con ella. Cuando estábamos juntos me olvidé de esos detalles a la hora de hacer el amor, la rutina me hizo buscar otras piernas, otros brazos, otros pechos.
Pensé que ella iba a estar siempre para mí pero se cansó. Se cansó de dar mas de lo que recibía; se cansó de mis palabras bruscas, de mis desatenciones, de que desacreditara sus esfuerzos, de que la ignorara y la golpeara con el látigo de la indiferencia.
Se fue, se marchó, voló de mi lado. Me lo advirtió y no le presté atención. Pasaron los meses y ahora hizo su vida de nuevo al lado de otro. Hace poco la vi, lucía hermosa como cuando era mi novia, sus ojos tristes estaban radiantes de nuevo, su sonrisa había vuelto. Estaba bellísima en los brazos de él, lo abrazaba tiernamente, él la acogía amorosamente. Ella me miró como a un desconocido, quitó su mirada de mí y yo no pude evitar sentir tristeza de verla en otros brazos.
Pensé en todo lo que viví a su lado, en tantos instantes lindos que compartimos y que ya no volverán. Pensé en que ahora duerme con él y amanece a su lado. Pensé en los besos que nos dimos, en tanta ternura, en tantos sueños que quedaron en el olvido.
Ahora no soy más que un inconstante que recorre cuerpos pero se siente vacío, un patán que quiere a muchas y a ninguna, una persona que perdió el rumbo en el amor y nada bueno ha conseguido. Ahora soy quien vive de su irrealidad, alardeo ser libre para estar con quien quiera pero soy esclavo de mis pobres argumentos y de mis sucios deseos. Soy un pobre hombre con el corazón vacío, cargado de tristeza por un hogar perdido, por sueños rotos, por recuerdos que duelen. Por dejar perder lo más preciado que alguna vez tuve.
Hace poco la vi, y lo que más me dolió es que la vi muy feliz, y no porque deseé su desgracia, sino que lamento enormemente porque yo no pude darle esa felicidad que alguna vez le prometí .
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde