Cuando tratamos de conquistar a una persona en particular, sean mujer o hombre, no somos capaces de enfrentar nuestra timidez.
A nivel intelectual, la persuasión se muestra, pues, como una estrategia: jugamos con esa persona que nos gusta para demostrarle que somos su media naranja, usamos un conjunto de técnicas nacidas de la lógica clásica, extremos que el persuasor debe saber utilizar en el momento oportuno para enamorar al otro...
Las técnicas de persuasión permiten tener una gran probabilidad de tener la razón y llegar a compartir con esa persona que se gusta.
Es el mejor razonamiento para convencer a alguien sin mentir, que está basado en las pruebas de tu verdad.
Pero la eficacia de la demostración y del razonamiento estaría limitada por unos factores más profundos, más personales: que el otro no tenga deseos y emociones por otra gente; y, si quiere de verdad, tiene que poner todo de su parte a prueba para que sea aceptada, habrá que tener cuidado que no vaya a encontrar sus deseos y emociones en otra persona. Nuestra sola presencia tiene ya un efecto sobre el otro.
Por otra parte, cada sentimiento se refleja por la expresión del rostro y por la actitud del cuerpo de un modo que cada ser humano aprende espontáneamente a descifrar.
Nunca hay que perder esto de vista y recordar que nuestras formalidades tienen una razón de ser.
Amar y cuidar a la persona amada nos enseña a quererle demostrar profundamente y uno se muestra: entusiasta, positivo, confiado y fraterno. Este calor será contagioso y su interlocutor interior, será más confiable, y ese amor se inclinará a sostener una idea de unidad que cuenta con un verdadero amor, tan ardiente, y te permitirá avanzar en tu vida, con una gran dicha. ¡¡¡¡¡Mandrade¡¡¡¡¡