Lo mismo de siempre, esta misma noche volvió a suceder, me encontraba sentado en el mismo sofá donde noches enteras me sientan junto a ustedes a escuchar uno tras otro de sus sermones, los agradezco de verdad, agradezco cada palabra y de verdad que no soy tonto. Comprendo todo lo que me explican y reflexiono pero... ¿cuándo es mi momento de opinar? ¿Por qué no me enseñaron a opinar y levantar mi mano, expresar lo que quiero y siento?
Llegué a la edad de 20 y mírenme soy capaz de tener un trabajo, seguir preparándome personalmente, papá tú me enseñas a no tener miedo de la vida, que lo que venga hay que tomarlo y transformarlo. Mamá, gracias a ti me atrevo a hacer este tipo de cosas, soy tierno, cariñoso y comparto todo lo que tengo con los demás.
Pero no me siento cómodo, no quiero que la familia espere tanto de mí, aun puedo llorar ¿por qué no? He visto al abuelo de 75 años hacerlo cuando cuenta sus anécdotas, entre ellas la que más recuerdo, cuando papá tenía mi edad y yo "arruiné" sus estudios o al menos eso me has hecho sentir cuando me hablas del pasado, a mi edad ya tenías un bebé; un bebé que intentaste regalar al abuelo.
Y aun así no te odio, tus motivos tuviste, tal vez querías ser alguien en la vida, pero para mí lo eres, eres mi papá y hoy y mañana te amaré como sé que tú lo haces conmigo. Y me permito escribir esto porque no encuentro otra salida, no puedo contarte nada a ti, no quiero que me mires con esos ojos que solo tú tienes y tengas una dura crítica para mí.
Lo siento si fallé en algo, pero es momento de que me preocupe por lo mío, no soy egoísta pero no quiero terminar como tú, no quiero que mis hijos tengan la necesidad de hacer esto. Cometeré errores, lo sé, pero conozco la palabra "perdón".