Y entonces, me repito lo mismo.
¿Para qué contestar cuando me llamas?
¿Para qué escribir cuando me escribes?
Para qué decirte que te quiero, y es más,
¿hasta sentir que te quiero?
Me he cuestionado,
¿qué es lo que te hace buscarme?,
pero más me he preguntado,
¿qué me provoca contestarte?
En algunas ocasiones mi respuesta es simple,
“lo necesito”, otras, se convierten en un
torbellino de pensamientos que no tienen fin.
Luego me compro esa idea que mencionas
constantemente, “es un capricho”,
y otras, siento que tantas preguntas
no han de tener respuesta jamás.
Es confusa su forma de estar.
Se convierte en adicción, aunque…
¡no sé a qué!
Me quieres, te alejas
Me tientas, te quejas
Me extrañas y desapareces
Dime, ¿a qué juegas?
Seamos dos dentro del campo
embisteme a tu antojo
y triunfemos juntos