Vivimos en un mundo muy extraño, en un mundo que hemos construido nosotros. La gente se está volviendo loca, unos se suicidan, otros matan a su familia, hay quien le gusta armar la guerra y todos nos esforzamos en ser más, por aparentar más, por tener más; nuestros adelantos, nuestros inventos nos están limitando en nuestra existencia, nos están haciendo mucho daño, por que no lo utilizamos para el bien y para la PAZ. Nos ha pasado como al Dr. Frankenstein, creyó poder crear un ser humano perfecto y creó un monstruo.
No tenemos tiempo para nada, ni para hablar; ni para estar con nuestros hijos, con nuestra familia, ni siquiera tenemos tiempo para pensar, para encontrarnos con nosotros mismos. Nos limitamos a ignorar lo verdaderamente importante: el amor, la amistad, la familia, los hijos y a nosotros mismos. Tenemos un cuerpo al que no le falta de nada, abrigo, higiene, placer; etc., pero también tenemos una mente, un espíritu al que algunos ni siquiera conocen, y al que otros tenemos pobre, descuidado y hambriento, y digo yo, - de que sirve un coche de carreras si su piloto está débil, enfermo, ciego-, acaso no es lo mismo no es nuestra mente, el conductor de nuestras emociones, de nuestras acciones, de nuestra vida.
El objetivo del ser humano es conseguir la máxima felicidad en su existencia, pero nos hemos creído que la felicidad la encontraremos en las drogas, en el sexo, el coche, en el vídeo; tal vez en los plazos fijos o en un chalet en la sierra. Pero sin embargo cuando conseguimos algunas de esas cosas no nos da la felicidad que esperábamos y nos encontramos de nuevo insatisfechos, inseguros y trabajamos más y más para conseguir más bienes materiales; y hacemos deshoras y trabajamos sin descanso, incluso domingos y festivos. Y es así, como nos limitamos nuestro tiempo y acabamos por no tener un minuto para nada de lo que verdaderamente VALE LA PENA. Y ¿qué vale la pena? yo solo diré:
Vale la pena VIVIR, vivir cada segundo, como si fuera el último, cada instante de nuestras vidas como si fuera el último. Esta vida, estos instantes, estos amigos, este hijo, este padre y esta madre no lo volveremos a conocer jamás y ellos igual que nosotros un día se irán para siempre y nosotros no los hemos conocido siquiera; no hemos compartido la vida con ellos, no hemos reído, ni llorado con ellos porque NO teníamos TIEMPO. Mira a tu alrededor y pregúntate si disfrutas de lo más cercano a ti. No podemos limitarnos a sobrevivir, tenemos que exigirnos vivir; conocer nuestras posibilidades, nuestras frustraciones, nuestras inquietudes y liberarnos de todo aquello que nos produce dolor, sufrimiento o tristeza.
Vale la pena conocerse a uno mismo y descubrir dentro de nosotros todos los secretos de la felicidad.
Vale la pena, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestra pareja y disfrutar de ellos mientras están con nosotros, solo es un instante de la corta y monótona vida, y lo dejamos pasar como si fuera eterna: la niñez, la adolescencia, la juventud.
Creemos ilusamente que somos eternos, que viviremos siempre y que la vida es muy larga y no pensamos, porque jamás pensamos, que tenemos un fin, que todo acaba y que toda nuestra vida es solo un microsegundo de todo un Universo Eterno.
El budista dice: hay un solo camino que conduce a la felicidad y es el de en medio. Es decir, que a lo largo de nuestra corta existencia siempre podremos elegir entre tres sendas, pero la que elige el sabio siempre será la de en medio, pues las otras dos son extremos y por tanto no son sanas, nos provocarían límites en nuestras emociones y por lo tanto sufrimiento e infelicidad. Nunca seamos extremistas, dominemos los conceptos antes que ellos nos dominen a nosotros.
Otro factor que nos provoca desasosiego, sufrimiento y por lo tanto infelicidad es el deseo.
El deseo es una de las emociones más peligrosas y más difíciles de dominar, y es la que más sufrimiento nos proporciona. Tenemos que controlar el deseo, podemos desear todo lo que nuestra imaginación permita, pero no podemos hacernos esclavos o dependientes de esos deseos. Tenemos que dominar esta emoción y ser conscientes de nuestras posibilidades y limitaciones para no embargar nuestra mente para toda la vida.
Yo deseo cosas, como todos, pero si no puedo conseguir algo, ¡no pasa nada! tal vez dentro de un mes o un año, o quizás nunca, me da igual pero ese deseo me da un aliciente en la vida, me preocupa mi bienestar porque no soy esclavo de la ambición. Nada en este mundo es tan importante como mi propia paz, como mi equilibrio emocional.
Tenemos que aprender a disfrutar de lo que tenemos, no a ser conformista, sino a ser comprensivos con uno mismo. No deseamos cosas sin control ni medida. Controlemos nuestra mente y dirijámosla hacia la luz, hacia lo positivo; seamos optimistas ante todas las pruebas a superar, todas absolutamente todas tienen solución, y todos los problemas nos los creamos nosotros mismos por nuestro loco afán de poder, de riqueza, de gloria y de fama.
Abandonemos todos los perjuicios y normas sociales, todos los convencionalismos y el que dirán; no dejemos que nuestra mente vea el mundo cuadrado, seamos nosotros mismos, mostremos nuestra alma a los seres que nos odian y vivamos la vida que queremos vivir en libertad.
Pero, ¡ojo!, teniendo claro el concepto de libertad y entendiendo siempre que "MI LIBERTAD TERMINA DONDE EMPIEZA LA DE OTRO".
Alguien dijo una vez: aprovecha el momento, vive cada gramo de vida, sé feliz eternamente, NO a trozos, a pequeños trozos como venimos haciendo, hagamos que la felicidad se haga familiar, monótona.
Si queremos que nuestros hijos tengan un mundo mejor, si queremos que este mundo sea un mundo habitable y feliz, si amamos de verdad y creemos que hay algo después de todo, no intentemos cambiar el mundo, empecemos por cambiar nosotros, por ser mejores, por amar y vivir con los seres más cercanos y así poco a poco, tal vez dentro de 10, 20,100 años a lo mejor este planeta es un lugar donde vivir en PAZ.
Yo personalmente he decidido VIVIR, no os pido que cambies, solo que penséis.