Tú que vas regando flores
por el granado camino
desafiando cruel destino
con risas de mil amores
no te importan los rencores
de tus cuantos enemigos
que dicen tener testigos
de tus variadas traiciones
que pregonas a montones
entre maizales y trigos.
Te gustaba comer higos
como fruta predilecta
para verte tan perfecta
luciendo ese par de ombligos
de lejos parecen pliegos
sobre tu piel reluciente
para lucir diferente
ante las demás mujeres
que cumpliendo sus deberes
complacen muy bien al cliente.