Enmascaré el alma de orgullo y reprimí con fuerza mis lágrimas, volteaste a verme y mi mirada dura te lo hizo más fácil, estabas en una encrucijada, lo sé.
Maldita manía la mía de pensar primero siempre en lo mejor para ti, debí ser egoísta solo por ese día y no dejarte ir.
Ahora ya no estás y tu ausencia es una herida abierta que no deja de sangrar, en medio de mis lágrimas no logro dejar de pensar en lo que no pudo ser, en esa historia nuestra que no será más, que no recorrerá caminos hechos de momentos, en esas caricias de tus suaves manos que ya no se deslizan por mi cuerpo, en esas risas que provocaban tus ocurrencias, en esas lágrimas de felicidad que nuestros ojos nunca derramarán; en esas gotas de luna de una noche de lluvia que nos habría pillado en la calle.
Ya no quiero pensar, imploro al sueño venga en mi ayuda, ¡mas el insomnio cruel me grita al oído tu nombre una y otra vez!
Y no me deja tirar al olvido ese momento tan doloroso que se quedó grabado con fuego en mi memoria. Si me preguntaras, podría decirte hasta el último detalle, pero sería regodearme en mi dolor, sólo te diré que en el ambiente quedó flotando tu aroma, esa esencia tan sutil y natural que me enamoró y que hasta el día de hoy no dejo de percibir.
Por las noches llega a mí desde la ventana abierta, me asomo al camino pensando que quizá la luna ha iluminado tu camino y te trae de regreso, me imagino que vienes por ese sendero caminando con pasos suaves, vestida de luz de luna, casi etérea, con el cabello ondeando con la brisa nocturna, con los ojos brillantes, como las más hermosas estrellas, con los brazos extendidos buscando los míos...
Pero, me canso de esperar, no te veo... termino por comprender, como todas las noches, que no vendrás; con el alma contrita regreso a mi cama y clavo la vista en el techo. Parece que hoy el insomnio me da una tregua, de repente siento que me hundo en un pesado sueño ¿Será que me empiezo a resignar a tu ausencia? No, no lo creo.
Cierro los ojos y me dejo llevar por ese sueño que desvanece un poco mi dolor, afuera el viento susurra tu nombre buscándote, llamándote por calles vacias, caminos y senderos, veredas, callejones y recovecos mientras esparce tu perfume, el perfume de un adiós que fue para siempre.
(Gala Castilla)