¡Qué injusto y cruel es el destino!
Que nos arranca
La vida en un suspiro,
Sin importar edades, religiones,
Ni razas…
Un día estaba platicando contigo,
Fuerte te abrazaba…
Sin siquiera sospechar
Que era el último día
Que tus ojos me miraban…
¡Qué dolor! ¡Qué castigo!
¡Qué río de amargas e incesantes lágrimas!
Brotando de mis ojos tristes
Sintiendo que se me sale con ellas
La esencia misma del alma…
Aún llegan a mis oídos
Aquellas suaves palabras
Y me parece que escucho el sonido
De tu sonrisa franca…
Es que nunca te dejaré en el olvido,
Vives en mi recuerdo princesa amada…
Por cada momento que juntos compartimos
Por tu amistad… Gracias.