Si hoy me preguntan, pero qué haces? Para qué te matas cada mañana? Porque en la noches cenas tan tarde? Me daría cuenta que esas personas no han disfrutado el placer de correr y sentir como su cuerpo se adapta, en unos minutos, a un nuevo estado y su corazón se acelera.
Hoy tengo que agradecer que me siento con ánimo, fuerza, valentía, coraje, ilusión y amor por la actividad gracias a que tú estás a mi lado, me diste el impulso en cada etapa de entrenamiento porque sabía que después, al llegar el domingo, estaríamos juntos, ya sea entrenando, ya sea participando. Sabía que pronto iba a recibir tu mensaje diciéndome… vamos a inscribirnos en esta carrera, de 10, 15 y hasta 21 kilómetros de distancia.
Porque la ilusión de que en verdad creyeras en mi era superior a cualquier esfuerzo o lesión. Recuerdas cuántas veces me quedaba a la distancia mientras tú avanzabas? Cuántas veces me detuve y tú seguiste recorriendo “una vuelta más” que al final, se transformaba en “4 kilómetros más”. Pero estabas ahí, con tu alegría y juventud, mostrando lo que hace muchos años yo había vivido, la juventud que te da energía para entrenar poco y aun así, ir delante de mí, cuándo yo me pasaba días o semanas entrenando para mantener el paso.
Yo deseaba que creyeras en mí cuando te platicaba de mis “glorias pasadas”... jajaja glorias pasadas, que habían sido simplemente haber concluido una carrera, con tiempos nada extraordinarios, más bien con la satisfacción de haberlas concluido y deseaba que esa misma emoción del alma, que me llenó cuando pude cumplir esos maratones, pudiera transmitírtelos. Que creyeras en mí y mis años de experiencia, que comparados contigo son muchísimos, pero que al mismo tiempo me permitían platicarte y platicarte tanto, sobre este sueño que es correr y sentir el pavimento que íbamos recorriendo, el sudor que nos caía, el agua que te compartía, conocer nuestra respiración y llegar a coordinar nuestros cuerpos en todo, paso, ritmo, respiración.
Tú me inspiraste tanto que has dado a mi vida la necesidad de sentir el aire en mi cara y el sol en mi piel. Tú despertaste mis sentidos a tal grado que, en esas mañanas que estábamos juntos, mi piel te sentía tan cerca, tan mía, que no era necesario alcanzarte con mis manos para disfrutarte y seguir tu respiración al ritmo de las canciones seleccionadas. Cuántas veces hice más lento el paso para que fueras delante de mí y te convertías en mi motivación? Mi sueño hecho realidad al ver tu movimiento con la excusa de querer “ver como pisabas, como hacías tu braceo, etc” pero en realidad mis ojos y mi mente, estaban pensando en tu cuerpo, en tus caderas, en mis deseos controlados en ese momento, pero incontrolables al concluir nuestra sesión.
Amanecer pensando en ti, en nuestros mensajes de buenos días, de avisarte que ya iba a tu casa, el comer algo en el trayecto al lugar de entrenamiento, era maravilloso. Era escucharte de nuevo platicándome tus ideas, sueños, deseos y agenda del día. Era cada mañana esperar unos minutos interminables en la esquina de tu casa, pero al mismo tiempo, sentir la emoción al verte llegar a la esquina, abrigada y en tus sandalias deportivas. Recordar la emoción de cada carrera, es ver tus ojitos llenos de emoción e incertidumbre, tus lágrimas aún las puedo tocar de esa primer carrera que tuviste de 10K y la experiencia que cada evento encierra y debemos ir descubriendo en los pasos que se transforman en kilómetros. La vivencia de un clima distinto, con lluvia, aire fresco, calor, sol en el rostro y cansancio.
La experiencia de conocer tu cuerpo y saber que nadie más que tú puede saber lo que realmente necesitas y al mismo tiempo, escuchas tu respiración que al compás de tus latidos, va marcado el paso en línea recta, en pendientes pronunciadas, en descensos suaves, en la multitud de corredores y en la soledad de tu interior.
Cuantas veces al ir llegando a la meta reduje mi paso, no por cansancio sino porque tú deberías cruzar primero. No importaba medir mis tiempos, al final lo importante eras tú... tú tenías que cumplir con esa meta, hacer el esfuerzo máximo y que se cumpliera.
Hoy me haces mucha falta… cada mañana despierto buscándote a mi lado, quiero verte dormir y tocar tu cabello, acariciar tus rizos de la frente para que despiertes, sonrías y me digas, ya es hora de correr? Otros cinco minutos dormida, si? Mis sesiones ahora son vacías y solo trato de encontrar el motivo para estar en el camino, lograr cumplir una distancia y en mis recuerdos despertar todos mis sentidos e imaginarte paso a paso, escuchando tu voz, soñando contigo…