¡Pum, Pum, Pum!, tiros, tiros y tiros, y alaridos de gritos: ¡cójanlo, cójanlo, cójanlo!
-Sabes algo, espalda peluda- dijo Erasmo- lo único que me da guayabo: es ver a mi vieja llegar sollozando, tocando y golpeando y yo acostado en lontananza no poderle abril… el resto me importa mierda-continuó diciendo- si fue la desalmada de mi mujer jum… ya hasta me viene a visitar con su nuevo marido y hasta hablan de la pinta que se van a poner el sábado. No sé de dónde el ser humano saca tantos litros de lágrimas, fingiendo un dolor equivoco. Si la hubieses visto decir: “no me den droga para doparme porque quiero llorar a mi flaco lindo”. Ahora entiendo todo, el diluvio disfrazado de traje negro tardó tan sólo dos meses, hasta que apareció el sol armado con el puñal del amor, para evaporar la anegada causada por lágrimas-.
- Ya, deja descansar a uno en paz, nadie va a escuchar tus lamentos-.
-Lo que me reconforta es no haber tenido hijos con ella, porque hoy en día, así como está éste mundo contemporáneo, inmerso en la globalización: es un acto de irresponsabilidad escoger una mala madre para los hijos de uno-
-Deja tu movedera, espalda peluda- dijo Erasmo-.
-Me estoy acomodando en esta estrechez, para decirte unas palabras mirándote a los ojos- replicó el peludo- antes de llegar acá estaba muerto en vida, a diferencia de tu pensamiento, cual es muy cierto, mi esposa fue irresponsable al escogerme a mí para ser el padre de sus hijos –continuo diciendo- porque mi condición de enfrentar al mundo por atrás, me colocó en una encrucijada eclesiástica y social, que sólo la soga me hizo curar-.
-Ah… ya entiendo porque de mirarme a los ojos-.
-No te preocupes que a mi cuerpo lo atormenta una frialdad, no te incomodes-.
-Creo que está bien que descansemos por el día de hoy- dijo Erasmo-.
-Buenos días señor, peludo, ¿ya se despertó?-.
-Buenos días, por tu tono de voz, sé que estás un poco incómodo, pero tranquilo que sólo ciento calores en mis pies, cuando me encienden una pequeña llama cada mes; mi nombre es Atanasio-.
-¡Ah!… creo que un familiar mío lleva ese nombre-, en fin, ya que se seremos vecinos eternos, te confieso que sí le di la cara al mundo por la parte de a` lante, ufff… pero ahora que estoy aquí me doy cuenta que existen mujeres que no aguantan más de dos meses para zacear el hambre que les implora su cara delantera-.
-Te vas a dar mala muerte por eso, eché si así es su naturalidad, además en su medio ella encuentra el remedio-
-Todos los tuyos piensan así-.
-Bueno dejemos de hablar de esto, porque la verdad es que la arrechera no respeta traje negro y para colmo de tales existe la autoconservación de la moral relativa-.
-Está bien, hablemos de amigos-.
-Jum, he aprendido que los únicos amigos verdaderos son nuestros padres, o es que acaso ¿te han venido a visitar?, me imagino que por aquí pasan ebrios en sus motocicletas, cazando a paganinis que los emborrachen en orgías parranderas y que luego por tan buena complacencia motejan: amigos-.
-Tienes razón, en las parrandas todos son amigos de todos; todos primos de todos; y todos hermanos de todos, y la célebre frase del cachetero o auxiliar de parranda que pregonaba en cuentista cartagenero cuchilla geles: “el que se meta contigo tiene que matarme a mí”, pura mierda a la alzada de un revólver, no existe amigos, sino balas olímpicas que se quedan sin pista para la huida. Cómo es el mundo tan jodido, si uno acostumbrara a tomar en todas las ocasiones con sus padres: otro fuera el cantar-.
-Entonces, ¿ese fue tu final?-.
-En efecto si, estaba en la mesa equivocada, con personas equivocadas y escuchando la putrefacta basura que hablaba un político ebrio, que todos los maricas llamaban: “docto, docto, docto”, ¡denle con la reversa, partías de cangrejos!- cuando me puse de pie para mandarlo a callar y que se metiera todos sus argumentos retóricos por el agujero negro, sus verdugos se imaginaron que yo era el escolta, en palabras del “querido” periódico cordobés: “sin mediar palabras” acabaron con mi humanidad-.
-Y a él ¿también lo acribillaron?-.
-Cómo iba a saberlo, se supone que uno resucita a los tres días-.
-¡Entonces ese discursito de que Jesucristo resucitó a los tres días es pura paja! Porque si uno resucita en ese tiempo, seria aún más marica yo por estar aquí-.
-Tienes razón, y entonces a los ¿Cuántos días resucitamos nosotros?-.
-Jum… ahora mi pregunta es ¿por qué dijiste que tu mujer te engaño a los dos meses?-.
-Ñerda, Atanasio, buena pregunta, la verdad es que no me acuerdo muy bien de las cosas, por el momento sé algo, pero luego se me olvida, los recuerdos que tengo son uno poco inconclusos, no son muy coherentes y siento que hice algo mal-.
-Lo único mal que hice en la vida, fue suicidarme, porque con prejuicios o sin prejuicios, con atildamientos o exclusión, seguiría allí hasta el final de mi existencia, brindándoles cariño a mis hijos, recuerda algo de este hombre sufrido: “no existe vida después de la muerte, sino inconformismo por no haberla disfrutado”, sal de aquí y reivindícate a la sociedad, siempre hay una segunda oportunidad-.
-No me echen agua no joda-, al despertarme, me encontraba tras las rejas de una celda, sindicado por el delito de asesinar a un hombre inocente; y la visita de mi madre con su alma desgarrada por el suicidio desconocido de su hijo mayor: mi hermano. Fin…