Antes de decir que No, piensa en que algún día te vas a morir.
Si, te vas a morir.
Metete al mar, despéinate, que la sal te endurezca el pelo y la piel. Llénate de arena, nada profundo al compás de las olas y no tengas miedo de que te pase nada, ya que el miedo es lo único que puede hacerte un verdadero daño.
Morité de risa, enterraté en la arena, hacé un castillo, mira el atardecer y quédate junto a algún fuego cantándole a la luna hasta que salga el sol.
Tírate en paracaídas, que tenes más probabilidades de morir cruzando la calle, metiendo un té al microondas o teniendo un ataque al corazón pos-estrés, pos-chatarra, pos-depresión.
Acóstate con tu perro y llénate la ropa de pelos. Escucha su corazón. Ese sí que late por vos.
Júntate con amigos aunque no tengas un centavo para gastar. Mírense a los ojos y conózcanse otra vez.
Y si los llegas a ver con el celular tíraselos por la cabeza, deciles que vivan el presente ya que resulta que al final eso es lo único que vale la pena.
Reite todo el día, vayan a la montaña y hagan de las locuras zarpadas, esas que están loquísimas. No temas llamar la atención… la gente normal está demasiado pendiente en sí misma como para “gastar tiempo” mirándolos.
Viaja.
¡Dios, viaja! Ahorra y viaja.
No te olvides que mientras estás ocupado haciendo planes la vida continua, lo siento pero ¡No te espera! El mundo nunca se detiene aunque le ruegues que pare un segundo, para esperar a que digieras lo que sea que te haya pasado.
Así que viaja. Viaja para enriquecer el alma y empáchate de conocimiento. Conoce gente, cultura, idiomas… ¡Viaja para enterarte que el amor en todos lados tiene la misma lengua!
Viaja. Tírate el pasto. Subite a un árbol descalzo y déjate acariciar por el viento.
Baila. Baila al compás de los latidos de tu propio corazón y no te detengas hasta que te quedes sin energía para mover un solo pelo.
Charla con tus papas. Pregúntales TODO lo que no sabes. ¿Cuántas veces amaron? Y cuantas veces perdieron un amor.
Pregúntales cuál era su sueño de chicos y por qué siguen ahí sentados sin cumplirlo si están vivos…
Ama.
Ama con pasión y sin límite las veces que quieras.
Leí en un libro que lo único que en verdad cuenta son los años que estuviste enamorado. Entonces cuando morían lo único que ponían en sus lápidas era su edad. Algunos habían vivido solo un par de días, otros, un par de años.
Basándote en esa forma de vida enamórate. Sabiendo que solo cuenta ese tiempo así que disfrútalo. No es importante si es correspondido así como tampoco importa si es de un chico, de una chica o de la propia vida.
Dicen que las personas son su mejor versión cuando están enamoradas entonces, ¿Qué esperas para enamorarte?
Deciles a tus hermanos que los queres. Y manda el orgullo pos-moderno de NoMeImportaNada a volar lejos. ¿Por qué sabes qué? Ellos también van a morir.
Abraza como si fuese la última vez.
Sopla las velitas de tu cumpleaños mientras pedís un deseo REAL, cree en las baquitas de San Antonio, en los panaderos y en las estrellas fugaces.
Decilo todo. Escribilo. Transmitilo. ¡Grita lo mucho que amas! Sé intensamente romántico. ¡Explota de amor!
Deja de hacerte el duro o la dura, hacé lo que sentís y no lo que dijeron que era correcto. Tenéte confianza. ¡Sé libre! Si querés libertad primero tenés que creer que es posible tenerla.
Deja de ignorar la tristeza. Abrázala con fuerza y contále que te anda pasando, y después mándala a volar para que se transforme en otra cosa, y entonces, cuando vuelva a vos, volvela a abrazar.
Sé un niño siempre.
Nunca dejes de jugar solo porque te digan que “estás grande”. Grande solo vas a ser el día que te des cuenta que al jugar estás siendo más sabio que usando una corbata y usando palabras difíciles.
Subité a la calesita y hamacaté tan fuerte que por un momento parezca que vas a dar la vuelta. Cuando tus piernas suban baja la cabeza y ponéle stop a todas tus preocupaciones por un segundo. Mira el mundo al revés. Tal vez… tal vez esa sea la forma correcta de verlo.
Antes de decir que No, pensaló.
Ese “No” puede llevarte a perderte la mejor aventura de tu vida.