Caminé sediento, deseoso...
Escudriñé cada milímetro de tu tierra fértil, me sumergí en el mar de tus ojos y me senté en tus pestañas dejando colgar las piernas...
Caminé danzante hacia el oasis de tus labios y en tu lengua me bañé de paz, sin prejuicios ni pudor nuestro sudor se confundió, nos fundimos en abrazos queriendo atravesarnos, tus uñas querían arrancar mis tatuajes de la piel, mordisqueé tus falciformes caderas, en tu universo, regué tu tez, florecieron crisantemos donde mi boca dejó estelas de humedad...
No existió para mí otra forma de paraíso que tu gemir. Me vestí de ti y sentí el buqué del vino entre tus muslos, bebí de tu afluente y calmé mi sed...
Te bebí completa, ahora sólo queda recordar y humedecer tu recuerdo con lágrimas...