Suelto un comentario cargado de escepticismo, y sarcasmo.
Mi vieja-confiable muralla de protección. La que me da asilo de "esa" amenazadora presencia cada vez que alguien dice algo de más.
Y, viene de nuevo: otro comentario desdeñoso. Uno para retroceder dos pasos mientras "eso" cálido gana tres. No cabe duda que voy perdiendo la batalla...
Entonces, acude a mí un recuerdo involuntario y hago un gesto hosco en un vano intento de disimular una sonrisa.
He perdido...
Sucumbo rápidamente a esa sensación cálida que siempre se instala en mi pecho cuando recuerdo los días en los que soñaba.
Cuando añoraba despierta contigo, sin importar que ya me embriagaba de tu presencia. Cuando por las noches venía a mí una bella historia que, no era más que lo vivido contigo en esos días.
Antes, cuando creía que pasaríamos el resto de nuestras mortales existencias deslizándonos entre la lluvia sin mojarnos. Quizá cruzando por una travesía interminable, al mismo tiempo que le encontrábamos miles de colores al cielo.
En aquel tiempo donde resultaba fácil soñar porque nunca podía tener suficiente de ese sueño. Nunca suficiente de ti.
Pero ya no estaba...
Suspiro una plegaria a Dios para que lo proteja, mientras las puertas de la oscuridad se ciñen de nuevo en torno a mí.
Rezo para que este con bien. Dondequiera que este mi sueño.