Embelesados ambos… en algún lugar,
Con residuos de sal y azúcar
Por la noche, aún, cargada de besos
Con respuestas espontáneas causadas en amor.
Que delicia es estar contigo bajo las piernas del tiempo,
Mirando el río por donde corren los astros,
Que en el clarear del día le hacen el campo,
Mostrando con ello el seguimiento de un Supremo ordenar.
Estamos en el centro de 4 puntos cardinales…
En nuestro lugar escogido para esta cita,
Sin nada ni nadie que obliga o precipita.
Anoche las estrellas se bañaban en nuestro sudor,
Por causa de ese maravilloso ejercicio físico del íntimo amor.
Saltábamos y rodábamos a placer y con ello no cabían los males,
Deslizándonos entre suspiros, humedad y besos
Con creatividad de cosas tiernas que sacábamos del mundo del silencio.
Olvidando toda cuenta de billetes o pesos,
Negándonos a dormir y al sucumbir al ruego del cansancio.
Que linda que eres aún sin maquillaje,
Eres como ver a una flor de la selva sin el follaje.
¡El que no ama lo que hace,
Entonces… para qué nace!
Somos terriblemente sensoriales.
Sentidos que veces exaltamos, o escondemos, con ideales,
Todos falsos o quizás poco reales.
Hay esquelas que acusan al que murió.
Pero qué terrible es morir si no vivió.
Es de mañana… hay un parto en el horizonte… sin gritos de dolor.
El partero no es novato… y lo hace con amor.
Está naciendo, lo llamamos… día… es solo… y nunca lo habrá gemelo.
Nace pelón y corre… al llegar la tarde, con grandes nubes color pelo.
Lo anuncian montañas perfumadas de café colado,
Combinado con olor de tortillas, de maíz, recién hechas,
Aroma que corre por los aires y brechas.
Nacimiento que acusa el sol, corriendo en sendero color de sangre y oro,
Sin avenidas ni pistas saturadas,
Con nubes cambiando sábanas de grises a blancas,
En medio de alegres cantos de gallos, y el fuerte mugir de vacas
Que llaman a sus terneros hijos de aquel hermoso y manchado toro.
Todo es lindo, simple, como salido de un cuento de hadas.
Es, sin poder negarlo, hijo del destino,
Que, como tortuga recién nacida que con ojos cerrados, corre su camino.
No tiene tiempo de preguntar a sus anteriores hermanos.
En lo oscuro se despide tocándoles, si acaso, las uñas de las manos.
Ha habido muchos, participantes de participantes.
Otros ni se mencionan… como si fueran estorbo.
A muchos se les recuerda con duelo y morbo.
Amanecer, nacimiento… lleno de bellos celajes.
Y tú y yo, aquí… en este parto… amándonos deliciosamente… sin ambages.