Cuando en los rincones juegan
las difusas sombras
formando con sus gracias
fantasmas de ilusión
salpican con sus formas
me despeja la mente
y siento aún la infancia
en mi adulto corazón
Desaparece el hombre
que en su ambición lucha
dándole paso al chico
que no ambiciona más,
pues tiene sus canicas,
su trompo, sus dos pitas
la niña de la escuela,
un perro y un disfraz
El tiempo no le importa
pues su reloj, no tiene prisa
las estrellas son pintadas,
la luna es de papel
los adultos son gigantes
que causan miedo y risa
y si el daño es grave
esconderse es el fin.
Sólo algo le preocupa
sin poderlo comprender
y es qué crecerá algún día
y su infancia ha de perder.