El agua hierve en la olla de barro,
mientras cortas las papas y las zanahorias en un estado somnoliento,
en otro despertar.
Pareciera como si las grandes temporadas de este siglo
te hubiesen dejado la alegría de los amantes muertos.
Ellos que se tenían
que se alcanzaban.
Días en el campo son días en el sol
para poder alquilar el globo terráqueo y marcar en él,
con los ímpetus de esa fantasía que te caracteriza,
nuestro continente. Cocinas.
En el país más remoto del globo terráqueo,
tu cuerpo se viene desde mi precipicio.
Tus senos que son dos universos eclipsados,
me miran detrás de tu blusa marrón.
Y tus manos acariciando su tierna vegetación,
se mueven hasta tus nalgas blancas.
Como el cielo que se muda limpiamente al mar,
el sentimiento nocturno nos asalta y nos besamos.
Y nos amamos por tu silencio en los planetas,
por los movimientos de traslación que el mundo precipita
para que tu cuerpo y mi cuerpo
(esos esposos locos de carne vivaracha)
se alimenten
se alcancen vivos
también en el futuro.