En el silencio del claro amanecer, En la apertura de luz del día, Enfrente una penumbra de mi ser, Se sintió como un electrochoque de tristeza, Fueron minutos que necesitaron un RCP del alma, Fue como una isquemia cerebral que nubla todo, Rodaron lagrimas como un rio torrentoso. Un abrazo de mi hija que emanaba luz, Logro evitar la fatal decisión final, El transformar un amanecer en un anochecer, Los buenos días en un adiós, Era el camino culebrero más real visible, Que aquel abrazo no me permitió recorrer. Lo efímero de la vida, me dio una extensión, De la batalla espiritual y sentimental, Del subconsciente con lo coherente, La guerra continua de diversas formas, Pero tengo la convicción de salir mejor parado.