Me besa con el filo de una navaja,
corta mis labios en una hermosa sonrisa.
Oh, mi amado, lame mi sangre con tanta ternura.
Es el asesino de mi espíritu,
es el ladrón de mis sueños.
A veces lo veo sufrir, a veces tiene miedo.
Me invade con sus alas de cuervo,
con la soledad de su espíritu eterno.
Me llena con su sexo.
Ataca lentamente mi interior
con el fino corte de un bisturí.
Incinera mi cuerpo, me quema, ardemos juntos.
Con su tacto desuella mi carne en pedazos,
arranca mi corazón en medio de tormentas.
Me desnuda una y otra vez,
muerde mi cuello, bebe de mí…
El tiempo no existe, tan sólo la muerte.
La fría muerte que nos abraza al explotar de amor.
Mis gemidos son notas de piano,
mis ojos similares a un tronco degollado
drenan sangre y lágrimas
en su mirada de maldad y ternura.