Ya me reí hasta que me dolió la panza, ya nadé hasta perder el aliento, ya le hice cosquillas a mi hermana solo para que parase de llorar, ya me quemé jugando con una vela, ya hice globos con el chicle, ya conversé con el espejo, ya quise ser astronauta, violinista, mago, cazador y trapecista, ya me escondí detrás de las cortinas y dejé los pies afuera, ya hice bromas telefónicas, ya me empapé bajo la lluvia, ya robé un beso, ya hice confesiones antes de ir a dormir en un cuarto oscuro a mi mejor amigo.
Ya confundí sentimientos, tomé el camino errado y continuo andando por lo desconocido, ya intenté olvidar a algunas personas, pero descubrí que esas son las más difíciles de olvidar, ya subí escondido al tejado para intentar agarrar las estrellas, ya subí a un árbol para robar fruta, ya me caí de traste por la escalera.
Conozco la muerte de cerca, pero ansío vivir cada día, ya viví el atardecer rosa y anaranjado, ya sentí miedo de lo oscuro, ya temblé de nervios, ya casi morí de amor, pero renací nuevamente para ver la sonrisa de alguien especial, ya aposté a correr descalzo por la calle, ya grité de felicidad, ya robé rosas de un enorme jardín, ya me eché en el pasto húmedo de madrugada y vi la luna volverse en el sol.
Ya lloré por ver amigos partiendo, pero descubrí que pronto llegan nuevos y la vida misma es un ir y venir sin razón, fueron tantas cosas hechas, momentos fotografiados por la lente de la emoción, guardados en un baúl, llamado corazón.
Y ahora un formulario que me interroga, ¿Cuál es su experiencia? Esa pregunta resuena en mi cabeza. ¡Experiencia! ¡Experiencia! El mejor currículum es vivir la vida.