Mi gran amor… el más grande que haya sentido.
Por siempre y para toda la vida…
yo lo he decidido así, libremente y en pleno uso
de mis facultades mentales.
Porque nada me obliga a aceptarlo;
lo hago porque quiero hacerlo.
Me costó mucho trabajo entenderlo y, más, aceptarlo.
Pero ahora que lo he entendido, no me resulta tan
difícil aceptarlo:
no eres mi amante; ¡eres mi amor!
Hay mucha diferencia entre una cosa y la otra.
En el primer caso, me interesaría más la parte física
que la romántica:
me interesaría más cogerte que sentir tu alma.
Pero en mi caso, el segundo, me interesa más
lo que sientes en tu corazón que el mero hecho
físico de sentir el calor de tu sexo oprimiendo mi
miembro viril.
Así que, sigo agradecido con la vida, que me permitió
conocerte y amarte.
Siempre serás el gran amor de mi vida,
al margen de lo que pudiera pasar.
Y te sigo diciendo lo mismo:
“dame lo que tú me quieras dar, corazón,
que yo lo acepto.”