Como entre la bruma celeste de un sueño, un solitario cochero azuza con dulces palabras a tres caballos blancos de brioso piafar. Volando entre desgarradas nubes parecen tan lentos los alados corceles. Muchos obstáculos deben sortear, sólo cuentan con un rayo misterioso, que necesita de mucha fuerza para hendir la oscuridad y seguir adelante.
A veces es tan débil su luz que los invisibles enemigos alzan el puño y gritan ¡victoria! pero lentamente la luz se insinúa y pronto se hace poderosa y avanza, avanza. Esperanza, justicia y perdón es la leyenda que luce el palafrenero en su escudo de armas.
El pertinaz cochero no entrega sus riendas y desde el comienzo de los tiempos intenta llegar al corazón de los hombres. Tenemos; nosotros el arma para vencer los obstáculos que impiden la llegada de los nobles brutos. Esta yace a nuestros pies, a veces la vislumbramos en la oscuridad y seguimos adelante. La fe, debemos abrazarla, debemos creer que Dios está ahí, guiando con mano segura las riendas y entonces las sombras que nos rodean serán desgarradas y la luz divina brillara por siempre.
Colaboración de Juan Manuel51
Uruguay