Hoy, sólo hoy empezaré diciendo, que perdí. Y las esperanzas mías fueron elevadas y arrastradas por ese suave viento que acaricia el valle, como despidiendo el día para volverse frío y empezar la noche.
Mi Colibrí; pequeño remolino de agilidad y dulzura. Llegaste de lo oculto y en un instante dejaste en desolación, el corazón de la flor que sola habitaba en el campo. Hoy fue intenso tu vuelo, llevando el cuerpo, la mente, el corazón y el alma.
Se que tu afán es la libertad, vuela… vuela... Mejores cielos te esperan.
Agradecido queda este servidor, porque en tu vuelo esparciste alegría,
paz, amor y vida.
Colaboración de
David
Perú