Cada letra de estas líneas
es piedra llana de un camino
que al andarse se desvanece detrás.
Cada paso en el andarte es comienzo y final,
como este texto
que hace camino en tu mirada
y se pierde luego en la memoria.
Cuan lejos se encuentra el destino
de tu cuerpo,
cuan lejana es la promesa de tus besos.
Te ando a tientas
por un camino que no tiene retorno.
No hay vuelta atrás sobre tu cuerpo
sobre tus ojos
que me atrapan irremediablemente
y me arrojan al vacío adorable y febril
que existe entre tus senos.
Estas palabras forman el sendero
en las horas perdidas en que me lees
cuando por un momento te olvidas de ti,
y evocas mi locura.
Un sendero agreste como tu prisa,
sinuoso como el precipicio de tu cadera,
interminable como la escalera
hacia el cielo de tu entendimiento.
Cuando acabes de leer esto,
habré llegado aún más cerca de tu discordia,
habré tenido así de cerca tu mirada,
tus labios, tu aroma...
seré luego el ave que emigra siempre
a los lugares cálidos del alma.
Y anidaré en tu recuerdo.
Cuando acabes con este texto,
con este camino sin retorno,
estaré tan cerca que podrás olerme,
y olerán los campos a mi piel fundida
y olerá tu piel a deseo perdido.
Llegaré a ti, pero no me quedaré.
Soy un momento en el espacio entre tus ojos
y esta súplica de entendimiento.
No me quedaré,
porque no necesito ser más de lo que he sido.
Porque he sido más de lo necesario
y siendo y no estando
y estando y no siendo
hago los pasos hacia tu corazón.
Este camino va por la mitad
y ya huele a la playa
donde escribí tu nombre,
ya huele a la sal de nuestras pieles,
a la carne asada a ras de la arena
en la vieja estufa de campo
donde siempre pones el carbón,
(pretexto que arde pronto
para no poseerme).
El último tramo del camino
siempre es el más doloroso,
el más penoso
porque llegan los pies cansados
y el corazón harto de promesas.
El final del camino se estrecha
casi tanto como tu corazón
y las piedras sueltas que has dejado
hacen tropiezo con mi prisa y mi razón.
Ya casi llego,
cansado y ciego
por los cuervos que te habitan
y que han comido mis ojos
que tanto te aman sin que lo sepas.
Llego a tientas por tu cuello,
te susurro al oído
las palabras que aún no tienen forma.
Llego a tus labios,
me acomodo en ellos,
en su beso, en su grito,
y justo cuando creo
que ya te anduve
se abre un camino aún más largo
donde cansado arrastro
mis intenciones…
Tu corazón es una esfera
donde circundan mis palabras
en el camino irreversible
de este texto.
¿Cuándo llegará el final de tu partida?
Donde comenzó tu llegada
que sin darme cuenta
me perdió el camino
de tu entrañable amor.
Colaboración de Ekthor
México