Aquélla tarde dormí mucho más.
en el aire flotaba un fascinante olor a lluvia...
a gotas ácidas y venenosas,
los techos de algunas casas fueron corroídos
por aquel líquido intoxícate
proveniente de los ancestrales algodones de azúcar
pomposos y congelados que yacían en el cielo…
Contemplé sobrecogida
mi alrededor que a cada segundo que transcurría
iba tiñéndose de un opaco y grisáceo color marfil;
reflejando un deprimente y suicida presente,
me dedicaste un típico suspiro,
atenuando mi felicidad a la vieja usanza,
como un caballero y…
con tu decisiva y elegante mirada
me dijiste todo…
Colaboración de
T.D.T
México