Ella, es el pilar de este cuerpo mortal,
ella, es lo más preciado que alguna vez dios pudo darme,
ella, es la sangre que recorre cada vena, cada arteria,
ella, es la luz que iluminó ese camino que se abrió hacia la vida,
que quitó la tierra de estos ojos y que con su voz día a día
guió los pasos de este alma, este alma que había perdido fuerza
de entre la distancia y que reafirmó su paso
gracias al susurro de lo que alguna vez me enamoró.
Colaboración de Mario Saint-Andrè
México