Han vuelto a mí
las nubes de Eros.
Y mis cavilaciones
han concluido en tu imagen.
Pues ¡Que me amparen!
Si la contienda
es impía y tensa
y los funestos ríos
de mis ojos vienen.
¡Que me amparen!
Si me encandila
tu imperial presencia
y mis tétricos martirios
desconocen cura
¡Que me amparen!
Y al final
si las desventuras mías
no suprimen negaciones tuyas,
pues...
nadie podrá ampararme ya.
Colaboración de Michael Ch.
Perú