Era el sol naciente
una casta guerrera
de honor y soberbia
sable y espuela.
Su expansionismo iba
a donde ellos fueran
y su bota fuerte
dejaba la huella.
Un error cometieron
una mala estrategia
golpearon al águila
de mirada fiera
aquella que nunca
perdona una ofensa.
Dos hongos se elevan
una luz que ciega
y al dios de guerreros
los ojos le quema.
Y ese sol naciente
de casta guerrera
se fue apagando
entre soles de guerra.
La paz que nació
da esa gran tragedia
fue una paz grande
buena, duradera
que trajo consigo
trabajo, progreso y conciencia.
Solo cuando el gran dolor que causa la guerra nos haya tocado a todos, solo en ese momento, florecerá en nuestros corazones la verdadera paz.
Colaboración de Hugo Fredy Aros
Colombia