¡Oh Muerte!
No serás, nunca, más que eso, en cambio, yo, he nacido,
he sufrido, pero también he amado,
yo soy madre, porque he parido,
tú, estéril eres,
desde el principio del tiempo
siempre has sido La Muerte.
Yo he juntado las más bellas flores silvestres,
y he inventado besos prodigiosos.
Tú no tienes un amante
que te colme de caricias
y de palabras dulces
que semejen melodías.
Es cierto, algunos te desean,
más, sólo a un loco no amedrentarías.
Sé que un día a la hora señalada
me encontraré contigo,
y hasta en eso te llevo yo ventaja,
yo, seguiré por mi camino,
Tú, la rutinaria eternidad.
Yo, mal o bien he sido libre,
Tú, mi vieja dama,
Tú no tienes libertad.
Porque para Dios somos mucho más de lo que nosotros mismos creemos ser para Él, nació de mí, éste poema. Alguien dijo una vez algo parecido a esto: pasamos toda la vida temiendo la llegada de la muerte y ésta llega en un momento. Yo creo que es así, nos atormenta toda la vida y no disfrutamos de lo que tenemos hoy.
Colaboración de Amelia
Uruguay