Muchas veces en la vida estamos en busca de algo que nos falta, la mayoría de las veces ni siquiera sabemos que es, pero lo buscamos frenéticamente. Cuando se presenta frente a nuestros ojos una oportunidad, un alguien que nos entrega toda su atención y quiere compartir tiempo con nosotros hay ocasiones en las que no damos la oportunidad porque sentimos que no somos compatibles, que su vida y manera de ser es muy diferente a la nuestra y nos quedamos sin intentar, sin hacer la prueba y sin saber que pudo pasar.
Muchas veces en la vida encontramos un alguien con el cual sentimos tantas cosas que ni siquiera las podemos explicar, que con solo ver su cara y mirar sus ojos sentimos que la vida tiene sentido, que todo es más luminoso y que podríamos quedarnos mirando esos ojos sin parpadear para siempre. Esa sensación muchas veces no va acompañada de mayor información sobre esa persona, a veces no necesitamos saber cuáles son sus principios, sus costumbres y sus gustos, y le damos sin mayor requisito toda nuestra atención, ponemos todos nuestros deseos en ese ser que poco conocemos pero que nos hace sentir ilusión, que nos hace querer estar cerca todo el tiempo y formar parte de su vida.
Cuando esto nos pasa no hacemos un juicio de que tan compatibles podemos llegar a ser, ya que muchas veces estamos dispuestos a cambiar nuestros propios gustos o intereses por compartir los de esa otra persona, que nos parece tan increíblemente atractiva que todo lo que venga de él o ella nos genera atracción.
¿Cuál es la diferencia entre estas dos situaciones? ¿Por qué frente a una persona ponemos todas las barreras sin dar la oportunidad de mostrarnos lo fantástico que puede ser? ¿Porque a otros no pedimos nada para sentirnos rendidos a sus pies? ¿Eso es amor? ¿Es química? ¿Es atracción?