La delicadeza de tus labios me provoca sensaciones
y escalofríos que me empujan al dulce abismo de tus besos:
el sabor de tu saliva me acelera el corazón
y me permite percibir y explorar el enigma de tu sexualidad
a través de tu lengua, mientras un latigazo de deseo
atormenta a mi miembro viril, palpitante por conocer
cada rincón de tu intimidad con precisión milimétrica.
Quiero demostrarte que puedo ser tu mejor afrodisíaco,
capaz de estimular tu receptividad sexual,
capaz de lograr que mi código genético sea aceptado
por tu mente y por tu cuerpo…
capaz de hacer que termines reconociéndome como tu
amante ideal...
el hombre responsable de tu producción hormonal:
dopamina, serotonina, epinefrina, oxitocina;
todo eso y más, porque es lo mismo que tú
provocas en mí cada vez que te veo...
y más cuando te robo un beso.
Además, tú eres el único estimulante sexual que quiero
tomar… porque mi doctor me lo prescribió diariamente
y por tiempo indefinido;
mi receta médica dice: “tomar té cuando menos una
vez al día; no guarda dieta ni tiene efectos secundarios”.