Siempre pensé que la vida, y las cosas se solucionan huyendo, porque así aprendí de mis padres, de mis abuelos, y demás generaciones pasadas. Ellos evitaban las crisis yéndose, y así comenzaban de nuevo, sustituían hasta olvidar las raíces. Yo aprendí de ellos a suplantar, suplanto un libro con otro, un amigo por otro, un amor por otro, una materia a estudiar por otra, pero tengo un problema: se me hace difícil olvidar, muy difícil. Entonces vuelvo a leer el libro viejo, sin terminar el nuevo, y llega un nuevo año y estoy con dos libros por la mitad y un revoltijo en la cabeza que no entiende ni mi almohada…
Y es que no sé cuándo es momento de dejar atrás las cosas, a diferencia de mi familia no se decir chau, ¡sino hasta pronto! y me lastimo porque no sé si las cosas que dejo detrás me esperan, o ya siguieron su curso, entonces ahí es cuando me freno y pienso: cuando algo no da para más, ¿hay que seguir para ver el final, o cerrar el libro y comenzar uno nuevo? ¿y si el final no es el que esperamos?... ¿Y si el libro al final no es como al principio?, ¿y si el amor cambia y florece?, ¿pero, y si no sucede?
Entonces haces el amor de manera fría para encontrar un poquito de esperanza, pero ya no hay nada, llegaste al punto de ver una película aburrida sólo esperando el final, entonces me pregunto, ¿cuándo es el momento exacto de dejar atrás? ¿se olvida o se supera? está mal sustituir. Si al fin y al cabo el libro nuevo te divierte más que el anterio, ¿Porque no lo olvidamos?
Colaboración de Maca1996
Argentina