Me enamoré como un tonto de aquella chica cuando la vi y no supe cómo decirle que la quería. En ese momento el día era increíble y reluciente. No pude explicarme ese rato qué me pasaba en el corazón, que latía rápidamente y más fuerte en mi pecho, ardía en llamas cada momento que pasaba. Segundo tras segundo y hora tras hora se transformaba mi vida y mis sentimientos por ella.
La tomé de la mano en el instante y no se qué estaba haciendo... dio media vuelta de pronto, le robé un beso de pasión, su mirada era las estrellas del cielo que se asomaban desde mi ventana... su hermosa risa y sus labios eran únicos, como el fuego infinito de mi pecho encantado; su carita como la irisa de la maldad que envenenó mi mente y mi cuerpo completo.
Cuando la veo pasar explotan mis sentimientos que no dejan de dar vueltas en mi cabeza y un día me decidí hablarle. Le platiqué lo que sentía por ella. Por un instante se levantó y dio media vuelta. Se retiró pero se veía confundida por lo que le dije.
Pasaron semanas y ella ya no me hablo más. Era mejor estar callado a que te hirieran el corazón en un segundo. Decidí alejarme de ella para siempre; cuando la tenía cerca de mí no aguantaba las ganas de besarla intensamente y abrazarla como nadie en el universo.
El amor que siento no lo puedo controlar, esto es lo que siento por ella y algún día tendrá que explotar. Cuando se lo dije fue en la primaria y ella se burló desagradablemente de mí. Que era un tonto que sufría por un loco amor, que ella no me aceptaba, que no le gustaba mi parecer. Sigo todavía así y ese dolor extremo en mi pecho comprimido, como una estaca que penetra lentamente al destino de mi soledad.
No se vayan por el instinto del corazón porque a veces el corazón se engaña a sí mismo. Soy de Sola de Vega, Oaxaca