Uno de los elementos importantes para vivir bien, mantener buenas relaciones con los demás seres humanos, crear un ambiente armónico en los hogares, una estabilidad y buen ambiente laboral y evitarse problemas, es tener cuidado con lo que se dice, con la forma como utilizamos la lengua.
Nuestro lenguaje es importante para construir y edificar, pero también cuando no sabemos expresarnos se convierte en fuente de destrucción, de miseria, de enemistad y cierra las puertas de la convivencia pacífica y civilizada en cualquier lugar donde nos encontremos. 1 Pedro 3, 10 3:10 Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño.
La palabra nos dice que la lengua es un miembro pequeño, un fosforo, pero una vez que se prende puede causar las catástrofes más grandes del mundo. Una cerilla encendida puede acabar con un bosque de años de cultivo, en sólo unos minutos, y su recuperación es muy demorada y los daños causados en la geografía y la ecología se muestran casi irreparables.
Santiago 3:5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Así mismo pasa con nuestra lengua, a veces proferimos palabras, frases, apoyadas por una fuerza emocional que se torna devastadora en la formación del carácter, de la autoestima de un ser humano, causa heridas afectivas y emocionales, afecta el desarrollo de la personalidad del individuo, y lacera su dignidad.
Situaciones estas que a veces se tornan insuperables en la vida humana, llenando vidas de tragedia, de miseria, que se vuelven maldiciones generacionales, pues al no ser sanadas se repite en las futuras generaciones. Por ello no sobra afirmar lo que nos dice el salmo 34:13 Guarda tu lengua de mal, y tus labios de hablar engaño.
Y ten en cuenta que por el contrario la palabra amable edifica vidas, anima, alienta el espíritu, despierta sentimientos de bondad y de generosidad en quien las escucha, fortalece los propósitos de la vida y permite en medio de la alegría, descubrir el sentido de la vida, reinventar los sueños y mantener vivas las ilusiones. Proverbios 15:4 La lengua apacible es árbol de vida.
Ahora bien tú y yo como creyentes, como hijos de Dios, como hermanos en la fe, como testigos del amor de Dios, sal y condimento del mundo debemos cuidarnos del chisme, de la mentira, del engaño, del juicio, pues nada de esto nos edifica como personas y al contrario causa divisiones y fractura la unidad de la iglesia y del cuerpo místico de Cristo. Proverbios 11:13 El que anda en chismes descubre el secreto; más el de espíritu fiel lo guarda todo.
No podemos bajo ninguna circunstancia agravar a nadie y menos a nuestros hermanos en la fe, pues si lo hacemos nos las veremos con el Señor. 1 Tesalonicenses 4:6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.
El Señor mismo, desertaría a los mentirosos y blasfemos, cerrará sus labios y los bajará del pedestal de su orgullo y vanagloria. Salmo 12:3 Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente; 12:4 A los que han dicho: por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?
Pero nosotros, tú y yo somos sabios y entendidos en la palabra, estamos llamados a ser luz y testimonio del amor de Dios y seremos bienaventurados cuando sepamos usar la herramienta de la palabra para edificar el reino delos cielos.
Proverbios 16:20 El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado.
Por lo tanto quien profese al Señor, sea cuidadoso de su hablar, de sus palabras, que transmiten lo que hay en su interior y ponen al descubierto tu verdadera fe. Santiago, 1:26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
Un abrazo en el Señor.
Colaboración de Pastor Humberto Peñuela
Colombia