El ministerio del Señor Jesús, se fundamenta en una pedagogía de la compasión y la misericordia, con un pueblo sufrido, oprimido, empobrecido, explotado por el poder romano, de la misma manera que nuestros pueblos viven víctimas de la opresión política y económica, que se traduce en pobreza material y espiritual de nuestras comunidades.
Un pueblo sumido en la desesperanza, expoliado por la clase dominante de la época, representada en la elite sacerdotal, los ancianos y las clases más pudientes que explotaban al pueblo a través del culto y la institución política imponiéndoles leyes y preceptos en contra de la voluntad de Dios. Mateo 12:7 ^Más si supieseis qué es: misericordia quiero y no sacrificio, no condenarías a los inocentes" Mateo 12:8 "Porque Señor es del sábado el Hijo del hombre". Mateo; 15c 8 "Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí".
"Y en vano me rinden culto, enseñando como doctrina los mandamientos de hombres". Así mismo se encuentran muchos de nuestros pueblos y comunidades en Colombia y Latinoamérica, subyugado, maltratado, violentado por gobiernos que viven alejados de la voluntad del Señor, volviéndose como demonios que devoran los sueños e ilusiones de muchas personas en el mundo.
Jesús recorría los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de cada lugar, anunciando el evangelio del reino de Dios, la buena noticia de la liberación y la restauración de su vida personal y colectiva, curaba toda dolencia y afección. Lucas 4; 18 "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año agradable del Señor".
Mateo 9; 35 "Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies".
Y al ver el pueblo doliente sentía compasión y se solidarizaba con ellos. El Señor en su infinita misericordia:
• multiplicó los panes y los peces para dar de comer a los que no tenía alimentos.
• Al ver una viuda cuyo hijo había muerto, tuvo compasión de ella y le devolvió su hijo vivo.
• Se compadeció de un leproso y lo curó.
• Sanó al criado del capitán romano,
• Calmó la tempestad en medio del mar, e instó a los discípulos a vivir la vida con fe y valentía.
• Ante la mujer de flujo, el Señor la sorprende afirmando: animo tu fe te ha sábado.
La palabra compasión significa condolerse, conmoverse, compadecerse, entrañablemente. Es sentir en lo más profundo del ser, hasta nuestras entrañas, el dolor y el padecimiento de los prójimos, al punto de hacerlo nuestro, de sentirlo como propio. La vida cristiana pasa por la solidaridad, la compasión y la misericordia con el otro.
Juan 34 "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Como os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros. Y este amor se traduce en hechos, que traspasan las palabras". 1 Juan 3, 18 "Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad".
Colaboración de Pastor Humberto Peñuela Varilla
Colombia