1.- Las piedras pueden ser un disfraz y esconder una hermosa persona que tiene miedo.
2.- Los momentos mejores y deseados, surgen del momento menos esperado.
3.- Cuando comparto un momento íntimo con un ser humano, me lleno de energía, la llevo a otros humanos y me conecto más.
4.- Cuando dejo de tratar a seres humanos, ese impulso se pierde y mi miedo aumenta, bloqueando mi vínculo con los demás.
5.- La capacidad para sentir mi desesperanza, pero estar abierto a que en cualquier momento surge la oportunidad y estar atento para atraparla.
6. No se puede estar comparando experiencias con otras ¿cuál es mejor? porque pierdo el momento presente. Son distintas, ambas tendrán cosas buenas y otras no.
7. Observar esa parte que intenta detenerme y destruir cuando toda va viento en popa. Siempre aparece en los momentos decisivos.
8. Nota esa parte infantil que chilla para ser complacida y provoca no cumplir mis promesas.
9. Si en este viaje puedo superar mis repeticiones y vencerlas, podría llevarlas a mi vida diaria.
10. Observa esa forma de dejar hasta el último y con riesgo, como la única forma de moverme para animarme a avanzar. Puedo sentir el miedo a lo nuevo, a la incertidumbre.
11. Tengo miedo, surge la angustia de saber que me hace falta para comenzar. Siento que el secreto es mantener la concentración y no paralizarme por el miedo.
12. Avanzo con concentración y velocidad inusitadas.
¿Qué no eran diez? Este decálogo viene con pilón.
Estos son algunos apuntes de un viaje que hice a Ciudad Obregón que pasé casi integros. Me gusta observarme y estar consciente de mis sentimientos, para ponerlos rápidamente en palabras y releerlos después, para comprenderme y encontrar un hilo común de cómo funciono ¿por qué no experimentas para ver qué descubres de ti mismo?
Colaboración de Edgar Martínez (Webmaster)
México