Hoy cambiaría de ropa
por una de muchos colores
que pudieran verse diferentes desde cada ángulo
pintaría un cielo gris, no por tristeza,
sino porque el azul ya se me hace anticuado,
pero este gris sería bonito, alegre, entonces...
el gris dejaría de ser un mal color para los que sufrimos.
Hoy las lágrimas dejarían de existir
y buscaría cada una seca ya en el pasado
para juntarlas y hacer con ellas un lago,
un lago de lágrimas donde ahogaría las penas que he pasado,
los malos momentos que he vivido y el dolor por aquellos que nos han abandonado,
y no porque ellos hayan querido, sino por cosas diversas.
Hoy también saldría a la calle sin temor a ser visto
por aquellos ojos que miran mal, pues las malas miradas serían eliminadas,
sepultadas bajo la tierra de mi lago de lágrimas.
Después de haber sepultado bajo el lago
y ahogado en él el dolor que existía
nada volvería a herir a nadie
y mi vida podría llamarse vida de verdad.