¡Ay de ti y el daño que me has hecho!…
Yo estoy tan triste
y tú tan tranquila
porque yo aún te quiero
y tú nunca me quisiste.
¡Ay cómo duele!
Te veo pasar tan en paz
sabiéndome no querido
sintiéndome humillado, tan vencido…
duele, hiere y ya casi mata.
Yo fui tu instrumento
por eso he allí tu intento,
no lograste quererme
y entonces has tenido que entristecerme…
¡Ay cómo duele! ¡Ay cómo hiere!
Tú vas con tu paz y yo aquí con mi tormento.
No pretendo ya que regreses
porque ya me humillaste tantas veces,
pero he allí si aún te importa
debes saber que me hundiste
por utilizarme y no porque te fuiste.
¡Ay tú! tantos sueños y besos
y esos abrazos sin querer soltarte
son un recuerdo que me daña
y en ti seguro tu sonrisa, tu triunfo.
¡Ay de mí y de este amor!
No sabes, no sientes, eres nada…
¡Ay de ti y tu humillación!
Me duele, me hiere, ya casi muero.
¡Ay tú y yo! ¡Ay de nosotros!
El sufrimiento ha de ser de los dos,
yo sufro por tu causa
y tú sufrirás por lo que sufro,
no deseo que sufras
pero es ley de la vida:
Sufre más quien causa herida.
¡Ay! ese es mi grito de dolor, es mi amor
y vaya, ya no puedo más
si tú feliz estás
si ya por otro te vas
está bien, me quedo con mi tristeza
sufriendo tanto
pero culpa alguna en mí no me pesa…
Ve, anda y no vuelvas
porque ya es bastante,
ya no te admiro…
¡Ay cuánto daño me has hecho!