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Viaje a un sueño

A 250 kilómetros por hora las luces pasan muy rápido, las líneas que forman se unen una con otra y todas parecen confirmar un camino señalado para seguir por ese monstruo que pesa 70 toneladas y que vuela como ave aprovechando las corrientes que la naturaleza le provee o su propio impulse le genera. Las luces parecen no tener fin, pero en cuestión de segundos, cuando el corazón va aumentando su ritmo cardiaco, algo genera una sensación de libertad en cada persona, la sensación que es una mezcla de emoción por la velocidad que nuestro cuerpo lleva y al mismo tiempo, al sentir que empezamos a perder suelo.

El gigante ha empezado su camino y el impulso que lleva le ha permitido que las ruedas que lo sostienen dejen de tocar piso, para que la sensación de volar tome un ritmo distinto, en donde cada uno de los que van en su interior, vivan la experiencia de manera distinta.

Entre muchos latidos, pensamientos, miedos, alegrías, temores, expectativas y otros sentimientos que no dejan de llegar en cada vuelo, se vive una gran expectativa común que hermana a quienes viajan y les provoca de alguna manera, la comunión que se conjuga con la individualidad de los pasajeros y al mismo tiempo, les da la sensación de vivir, aun cuando sea por unos instantes de su vida, la comunión de su destino.

Viajar por ese mundo que para muchos es nuevo y para otros es cotidiano. Él va pensando en lo que su propio futuro le va a presentar en la próxima hora, porque su pasado ya lo animó a tomar ese camino de voluntad y excitación que llegaba cada día. Desde que planeó su salida y buscó opciones que le brindaran la opción de salir, pero principalmente la oportunidad de cumplir su deseo y llegar a verla ella, a su tierra de donde procedía, tierra de extraños sabores y mismos idiomas.

Mientras buscaba la mejor forma de llegar, en su mente se juntaban las imágenes de lo que en revistas había visto, porque nunca había pisado esa nueva nación, entendiendo como nación, los grupos de personas que vienen de las mismas raíces y formas de vida, que se denomina por el gentilicio de su estado, la cual está dentro del mismo País, pero que se forma independiente con los grupos que se adoptan en cada región. Cada grupo vive y conforma su propia nación, donde las reglas son dictadas, pero los usos y costumbres son pasados de generación en generación, de plática a plática, de consejo a consejo, entre las propias generaciones de abuelos a padres, a hijos, a hijas, a nietos y nietas.

Ella le ha contado muchas veces de ese paraíso terrenal que se ha formado entre bosques, agua fresca de río, agua fuerte del mar y vegetación, que da al color verde una vida tan espectacular que no es creíble. Un espacio de la naturaleza, donde la mezcla de los colores de la tierra llena de maleza muerta y en contra sentido, de una gran multitud de vida que se gesta en cada rincón, para dar una extensa variedad de seres vivos que está ahí, gritando a su manera, que están presentes, que desean la vida, que transmiten la vida a la propia naturaleza.

En esa tierra que él ha escuchado por la narrativa tan delicada y detallada que ella le proporciona en cada oportunidad que se les presenta. No sabe si esos lugares de ensueño en realidad existen, pero los imagina porque sabe que la sola presencia de ella, dará la vida que él quiere ver. Ella amalgama los colores del café al azul, al blanco, al verde, al morado, al negro, al violeta, al amarillo, al naranja, en fin, cuánto da la naturaleza y cuánto toma el hombre para su propio deleite, al soñar viviendo todo eso que le platican y le hace sentir en la piel.

Por fin él decide que debe emprender su camino hacia ella en menos de 24 horas, no había experimentado tal sensación antes, dado que solo en su mente, había un profundo deseo que no llegaba a explicarse en todo lo que significa, hasta el momento mismo, en que tuvo la confirmación de la salida en sus manos.

En ese momento pudo sentir toda la emoción que había retenido y vio que su sueño ya no era solo una ilusión, por más bonito que fuera, su sueño ya empezaba a tomar la forma abstracta que da la realidad, porque esa realidad no tiene forma, pero si tiene un sentido, no tiene una estructura material, sino que lo material es el vehículo que lo va a llevar a cumplir el deseo y sentirá en unas pocas horas, como se transforma la realidad que había soñado, en la realidad que ahora vive con todos sus sentidos.

Por fin, pasaron las horas de angustia y preguntas a cuantos amigos tenía, porque siendo la primera vez, siempre se pregunta. A veces los consejos son los correctos, generalmente no ayudan a prepararse para lo que será vivido. Porque como dice la gente, “cada quien comenta según como le fue en la feria”…

Pero lo que ahora está viviendo, esos instantes que conllevan desde que subes y te preparas para ir en el aire, solo pueden ser descritos por tu propia experiencia, solo tú puedes experimentar cada minuto y sentir la velocidad que inicia cuando se vence la inercia de lo estático y parece que cada segundo, el pecho tiene una bomba que late más fuerte y te hace vibrar con tanta emoción, que no sabes que palabra pronunciar o solo vivir la emoción y después encontrar la forma de comunicar con palabras correctas lo que se ha vivido.

Se empieza a ganar altura, que miedo ver esas estructuras metálicas y de concreto abajo, cuando antes volteaba hacia arriba para dimensionar su tamaño, ahora lo veo hacia abajo, de igual manera, para dimensionar su tamaño frente a lo que logra el ser humano.

La calma va llegando, el sueño se va cumpliendo, la excitación ahora ya no es por la velocidad, es más bien una fuerte emoción que empieza a tomar un lugar en su corazón porque ya faltan minutos para estar ahí, donde en sus sueños despiertos, se veía y sentía que ella lo estaría esperando, recordaba las películas que habían visto en el cine y algunas de la televisión, en las cuales ella corría a recibirlo, abrazarlo, besarlo, amarlo en su dimensión de una realidad que estaba rodeada de muchas miradas. Él lo soñaba así, pensaba que así sería, pero y si no fuera? Si ella solo le tendiera la mano y le dijera bienvenido? no por falta de deseo sino por falta de libertad en su forma de actuar, no importa, lo mejor de todo estaba por comenzar, tan solo la presencia de ella podía llenar el espacio de su vida, que importa si se van a encontrar en una gran sala o un pasillo, después de todo, ni idea de cómo será el lugar a donde va a llegar.

Antonio era un hombre que si bien, ya había pasado de la juventud, no excedía los 35 años, había vivido siempre en el área metropolitana y eso es lo que despertaba muchísimo más, la emoción de ver algo totalmente nuevo, donde había más tierra que concreto, las aves en realidad alegraban todo el día y no solo estaban enjauladas o libres pero en cantidades mínimas , la cantidad de árboles que estaba a punto de ver, eran contados por miles, al igual que las casas de los sectores multifamiliares de viviendas apenas alcanzando 50 mts cuadrados, los aromas de combustible, basura, contaminantes y otras sustancias, se iban a transformar por el dulce aroma de los azahares, los rosales en diferentes colores, todos ellos vivos como nunca había tenido oportunidad de verlos, los geranios con su aroma tan especial y sus flores blancas darían un respiro a su mente y alimentarían su alma, con una paz que no sabía que existía, cerrar los ojos y tratar de imaginar ese nuevo escenario que Dios puso tan cerca y tan lejos de las personas, para Antonio sería sus sueños idealizados, superados por la realidad más hermosa. Él había estudiado en la misma zona de su vivienda y por fin, cuando concluye sus estudios profesionales, salió a la realidad de una escasez de oportunidades para los jóvenes sin experiencia.

Pero no se quedó solamente esperando, por el contrario, buscó lo mejor que pudo y tomó una oportunidad que se le presentó y con todo su impulso de joven con energía, empecinado en mostrar su capacidad y ascender en la jerarquía de puestos en un organigrama, se va enfocando a ese sueño que quiere cumplir.

Aceptar esa oportunidad después de todo no fue tan malo, porque ahora, aun cuando era poco el dinero y siempre insuficiente, ayudaba a salir adelante, cumplir sus necesidades y disfrutar algunas veces con amigos. Su carácter era afable, positivo, soñador, con muchas ilusiones y siempre propositivo a ver lo mejor de la vida.

Su trabajo, le había permitido convivir en cuestiones puramente laborales, con varios compañeros, casualmente, ella, le había visto de manera ocasional en la cafería del edificio donde quizá una o dos veces a la semana iban a comprar café o algún refrigerio. Para ella no había mucho que ver en ese joven que sería solo una figura más en una multitud. Cada mundo es independiente en las personas y lo caprichoso de vida, toma su nivel de increíble cuando los caminos se cruzan para mantenerlos juntos aun sin saber si será una forma de llegar al final juntos o habrá una separación para que cada quien alcance su misión.

Ella era una chica joven, menor que Antonio, tenía los 27 años y disfrutaba como nadie cada momento de la vida. Era increíble ver la forma como trataba de aprovechar el ahora y se preparaba para el futuro. Ella estaba en pocas palabras, enamorada de la vida, luchando siempre, buscando destacar, divertida con ella misma, lectora asidua de literatura latinoamericana y amante como pocas, del café mexicano, nada la hacía sentir más orgullosa que saborear la tierra nacional a través de sus semillas tostadas, que despertaban en ella, la vida propia de su ensueño en las montañas, donde el clima, la humedad y las manos de muchas generaciones, ayudaban a la naturaleza a dar vida a esa semilla, que llegó de Etiopía para que en el alma del suelo se pudiera cosechar.

Ella al igual que Antonio, había concluido sus estudios en la universidad y formaba parte de esa gran masa que se llama clase media y que tiene que luchar a brazo partido para el sustento de su familia. Pero ella era eso en su familia, prácticamente el pilar que ayudaba en casa a cubrir los gastos, esperando cada día quince con la libreta llena de cuentas, indicando los pagos que se debían cubrir. Cuentas y más cuentas, hojas y más hojas que indicaban cuanto había que pagar y a quien había que pagar. Por más que anotaba y anotaba, las sumas no le salían, el saldo seguía siendo negativo, como hacer para que el dinero rinda más, esa es la batalla de cada semana en las personas que se enmarcan a conveniencia de una clase política que define “programas de apoyo” a las clases más necesitadas, pero donde pocas veces, la clase media es considerada. Buscar cómo llegar al fin de quincena era el pan de cada día, pero todo desaparecía en ella cuando se sentaba a tomar su café de sabor fuerte, robusto… ah y sin azúcar, “así lo dijo la Abuela”... “un buen café debe saber a café no a dulce, azúcar o piloncillo”.

Las coincidencias de la vida pocas veces los puso en el mismo lugar, los caprichos, los llevaron a que un día se conocieran, sencillamente, cuando Antonio vio que ella ordenaba un café, pero en su mano estaba un libro de uno de sus escritores favoritos.

Antonio conocía la portada, era un libro de 280 páginas, novela del Mexico antigüo, que narraba la historia de dos enamorados que, siendo nativos de Mexico, habían vivido en los años 50s cuando el romanticismo de los grandes artistas plásticos, cantantes, escritores, músicos, daban vida en las principales ciudades y a la gran capital, un sello más poderoso, al ser el punto donde por excelencia, esos artistas se presentaban, pero también generaban la atmosfera de amor y deseo nocturno por disfrutar y encontrar quien pueda ser la pareja perfecta.

Antonio quería leer ese libro, lo vio en las librerías del centro de la ciudad, pero el precio hacía difícil tenerlo en sus manos. Ella, lo había comprado recientemente y aun parecía nuevo, él vio que el separador de páginas apenas estaba separando unas pocas, lo cual indicaba que tenía poco tiempo que lo estaba leyendo.

No resistió las ganas de acercarse y a pesar de la barrera y dudas que siente cada hombre al aproximarse a una mujer, se armó de valor y fue a ella cuando recién tomaba asiento para disfrutar su café y leer, al menos, dos a tres páginas de esa obra, que ayudarían a borrar sus preocupaciones y al mismo tiempo, la invitarían a soñar en ese ambiente tan especial y de romance que llega de la nostalgia del pasado no vivido pero deseado siempre.

El inicio de la plática fue puramente sobre ese libro que despertaba el interés a ambos, uno por el deseo de tenerlo y a ella por la inquietud de seguir su lectura. Pronto esa conversación se fue desviando a otros puntos de interés, en los cuales se comparte también un deseo velado de conocer a la otra persona.

En esa lluvia de ideas y comentarios, Antonio vio en ella a una mujer interesante, que además de la belleza natural de la juventud que resalta en una piel limpia, suave y aun con un aliento de piel de niña, poseía la inteligencia y el empeño de las nuevas generaciones, que han asumido el compromiso de salir adelante.

Acordaron verse de nuevo y poco a poco se volvieron mas íntimos, en función a una amistad que ambos buscaban y hasta en cierta forma, era necesaria para atender su soledad que sentían por no tener a su lado alguien con quien coincidir en ideales, sueños, deseos y otros sentimientos que en muchas ocasiones no se encuentran en cualquier persona; identificarse con alguien y ver cuanta semejanza hay en ellos, permitía que las “horas” de café se convirtieran en verdaderos tiempos de alegría, no importaba el tiempo, sino la forma cómo transcurría el tiempo, donde se tenía el acuerdo tácito de que las costumbres de medirse en horas y minutos, para ellos no valían, simplemente median su compañía en función a lo bien que se sentían y la alegría de ver que había alguien con quien coincidir y no sentirse extraño a la manera como se comportaban otros jóvenes.

Pasando el tiempo, el amor fue creciendo y se alimentaba de las pláticas extensas que ella hacía de la tierra donde había vivido parte de su infancia. Ella no paraba de hablar con la emoción que se ven en los ojos de un niño cuando abre sus regalos de cumpleaños, tenía una forma tan especial de modular la voz, mover las manos, expresar con sus ojos lo que las palabras no alcanzaban a mostrar. Ella le hacía un cuadro tan hermoso e irreal que muchas veces pensó Antonio en la irrealidad de lo real que escuchaba. El mundo de él no había sido tan variante en figuras, colores y mezclas de aromas, como ella los describía, al contrario, los colores grises, transportes, humos, eran los mismos cada día, hasta el grado de identificar la ruta de casa a su trabajo y de regreso a casa, por los diferentes aromas que percibía y los baches que pasaba.

Pero ella le mostraba un sueño tan difícil de entender, que en unos meses tuvo la idea de vivir esa experiencia tantas veces presumida por ella.

Venía la temporada de vacaciones y ella le invita a visitar esa tierra tan maravillosa, sería grandioso para ambos encontrarse y al menos, unos pocos días, vivir la gran aventura de colores tan vivos y aromas penetrantes, que te dejan gravado cada instante y que se absorbe por la piel, que en esas circunstancias, se transforma en sentido del tacto, del olfato y del gusto. La piel te hace vivir y vibrar en esos momentos, eso es la maravilla de una experiencia tan única como la que estaba por vivir Antonio.

Por fin, pasaron las semanas, los planes se hacían y las dudas surgían, porque a cada vez que platicaban estaba presente el tema del presupuesto. Cuanto se requiere? En qué ir? Cómo pasar cada día en ese lugar? Pero finalmente se decidieron y todo se fue materializando para que pudieran realizar ese sueño conjugado.

Estaba casi aterrizando cuando despertó del estado de sueño despierto en que había caído él, al recordar todo lo que había hecho para los momentos que estaba por vivir. Poco a poco la excitación de la proximidad al aeropuerto fue despertando a los pasajeros del letargo, del cansancio del vuelo y el anuncio de 10,000 pies vino a generar más murmullos y el volumen de las conversaciones, alcanzo niveles normales y preparativos para el aterrizaje.

Por fin, de nuevo se ven las luces de la pista muy cerca de la ventana del avión, aun no toca tierra pero se ven tan próximas que pareciera que pronto estarán al alcance de la mano. Tocando pista y sintiendo el estruendo de los motores para frenar la nave, la presión de nuevo por seguir la inercia de velocidad, pero ahora el cuerpo se va hacia adelante buscando mantenerse en movimiento, el sentir del pecho por los niveles de fuerza de gravedad que se experimentan y la inquietud y exaltación de haber llegado, traen una aceleración al corazón de Antonio que no sabe cómo controlarla. Voltea y ve como otras personas, aparentemente mantenían la calma y eso le permite también a él entender que todo va bien.

Por fin llegaron, bajan a tierra y siguiendo a la multitud pudo saber a dónde encaminarse. Buscando siempre, volteando a todos lados, esperando encontrarla y por fin poner sus brazos en ella, dar el primer beso de esa aventura. Pero no la encontró en los primeros metros, siendo así que su nivel de inquietud empezó a subir, pero pronto llegó a la puerta de salida, donde esperan a los viajeros y entre tantos rostros, gritos y manos que se levantan, saludando a familiares y amigos que también llegaban, puso toda su atención hasta que la descubrió ahí, un poco apartada pero integrada a la multitud, ella sonriendo, con su belleza natural, sin los colores del maquillaje o la ropa de oficina.

Estaba ella, con su piel tersa, de un color mexicano que brillaba entre todos los rostros, se destacaba por la hermosura natural y sus ojos expresivos que tan solo con verlos, entendías cuanta emoción tenia ella también por la llegada de él.

Tan pronto pudo Antonio flanquear las personas que se interponían, llego a ella y el recibimiento que tuvo fue tal como lo había soñado. Los brazos de ella de inmediato se dejaron ir a su cuello, sintió como acariciaban su cabello, las manos de Antonio no pudieron detenerse y la acariciaron con delicadeza, sentía el calor que solo el amor puede trasmitir cuando se encuentran.

Vino a lluvia de besos y sonrisas, la emoción, las preguntas, el caminar dos pasos y detenerse de nuevo para recuperar, con otros besos, el tiempo que habían pasado separados. De nuevo caminaron y no dejaba ella de hablar y explicarle lo contenta que estaba y los planes que había hecho. Pero al mismo tiempo, él deseaba comentarle la experiencia que había vivido, la emoción del viaje y los sentimientos que pudo vivir, pero no pudo, al menos no en ese momento, ella llovia a palabras que solo mostraban una cosa, la emoción extraordinaria del encuentro y la vivencia del encuentro de amor, que podían ahora sí, disfrutar en una tierra conocida y desconocida a la vez, donde la vida es totalmente nueva y se puede vivir en libertad.

Por fin, Antonio estaba por lograr su sueño, por vivir en ese mundo mágico que ella le hacía vivir y cada instante que pasaban parecía como logrado fuera de este mundo, porque para él, la novedad de nuevo lugar, se hacía mayor y lo disfrutaba en todo su esplendor por estar ahí con ella, con la atmósfera rodeada de su amor.

Vivir un viaje y vivir un sueño, se conjugan en este escrito, pero ambos están enmacardos por el amor de dos personas...


Colaboración de Mahoma

México

Mensaje al autor. . .

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