Y sabe que la conocí muy bien, sabía cosas que no quería que supiera, sabía lo que significaba esa brillante mirada con una sutil sonrisa hacia su lado derecho... que disfrutaba de cada caricia así como yo cada roce de las puntas de mis dedos contra su cuello, subiendo lentamente hacia sus mejillas... cada beso en la frente, beso que le decía "estoy aquí para usted, y siempre lo estaré".
Conocía cuando era hora de decirme "adiós", y cuando me invitaba a pasear para descubrir cosas inimaginables... lo que significaba para usted un atardecer y cuánto le gustaba contemplarlos... sus miedos, sus sueños y hasta sus fantasías... conocía un patrón estable dentro de su continua inestabilidad... conocí que cuando decía "ya no más", significaba que no habría vibra que pudiera cambiar su opinión... y más que eso, conocí que cuando decía que dos cucharadas de azúcar, en realidad significaban tres... su O L de amor... y hasta supe identificar cuando veía a esa persona, y cuando iba a ver a otra, ni el brillo de sus ojos ni su sonrisa eran lo mismo... su película favorita, sus sueños de niña y de mujer, la fragancia que usa y la frecuencia con la que la usa...
Hasta la volví a conocer, la encontré en un vagón por mero destino y lloró en la primer cita, ese mismo día que la vi por primera vez... nunca nos faltó ni nos sobró tiempo, vivimos exactamente lo que debimos vivir, ni un momento más con su mirada que cosquillea el alma, y ni un segundo menos de esos besos que llenaban de coloridos atardeceres a este cuerpo gris...
Y la conocí bien... ¿o quizá solo conocí lo que usted quería enseñarme? o tal vez sólo conocí lo que usted quería que yo supiera...