Yace decúbito
Adornada está su ya efímera juventud por el sublime pensamiento,
Ese que le arrebata tanto, y que al mismo tiempo deja dentro de su alma, un recuerdo que atesora; la vida que vio en los ojos de cinco,
Fueron cinco porque ya no son,
Y no son porque no están en cuerpo y quién sabe si en alma; aquellos días donde solía creer que todo era infinito, y es infinito...
...Pero el dolor que le aqueja desde esas partidas, no es la pérdida quien tiene toda la culpa, sino que en ellos supone su futuro, y el de aquellos que aún le acompañan.
"Qué lástima -susurro al oído de su madre-
Que tengamos fecha de caducidad"
Un suspiro corto pero profundo terminó de llevarse el resto de esperanza e ilusión que aún le quedaba de aquel día cuando solo tenía dieciséis.