¿Ves esa vieja escuálida y horrible?,
pues oye, aunque parézcale imposible,
fue la mujer más bella entre las bellas.
El clavel envidió sus labios rojos
y ante la luz de sus divinos ojos,
vacilaron la luna y las estrellas.
Y hoy, ¿quién puede quererla?,
¿quién un beso podría darle con tímido embeleso?
- ¡Yo!- dijo un extraño que me oía –
- yo que por ella en la existencia lucho,
- y que soy feliz cuando su voz escucho
- ¡pues esa vieja, es la hermosa madre mía!
Colaboración de Ocomu
Costa Rica