No hay luz más brillante
de luceros nocturnos
que alumbran, que guían,
como el destello luminoso
en la mirada de una madre.
No hay sonido más dulce
melodioso y sincero,
de trinos precisos
que halagan y aconsejan
como la voz de una madre.
No hay afecto más grato,
de cálido abrazo,
que se extiende y alcanza
como el amor de una madre.
Y no hay tristeza más honda,
de nudo en la garganta,
de lluvia en la mirada
y silente congoja
como el pesar de una madre;
por eso... Niño... Joven,
no hay más tiempo que ahora:
Brilla en su mirada,
guarda sus sabios consejos,
devuelve su afecto sincero,
no le causes vanos pesares;
porque tarde, mañana,
no hay soledad más oscura,
ni silencio más infinito,
ni alma más vacía
como sentir... La ausencia de una madre.
Todo verso creado con sentimiento lleva impreso en cada palabra las sensaciones del creador, por eso hay que ser sinceros al trasmitir esas ideas, pues a través de ellas se ve el alma del escritor.
Colaboración de Martes
Perú